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lunes, 18 de julio de 2011

El capitalismo en el Diván. ¿La huella verde del faltante la encontrará?



Fátima Portorreal

A la altura de la historia del capitalismo hemos de pensar que su trayectoria esta en declive por las grandes crisis que afectan al mundo en el orden económico y ambiental. Sin embargo se reinventan una y otra vez buscando potenciar un “consumo responsable” dando prioridad a los productos ecológicos y buscando alternativas a las transnacionales al cambiar el compra-tirar por mecanismos de reciclajes, sensibilización a la población en nuevas prácticas ecológicas y obligando a las empresas a construir alternativas que cumplan con estándares sociales, salariales, y ecológicos que limitarán la eminente destrucción del planeta y con ello la humanidad.

Mucho se ha discutido sobre este reformismo ambiental que busca apalear las verdaderas contradicciones de clases, la esquizofrenia del consumo desmedido, el mal uso y explotación de la naturaleza. A decir de muchos nos da nuevas pastillas que nos ayudan con la desmemoria de la historia del sufrimiento, provocado por el autoritarismo propio del Estado Nación, la segregación racial, las desigualdades de género y de preferencia sexual, la destrucción de los ecosistemas y la muerte por hambre.

Hoy los modeladores del mundo se confiesan en falta y proponen el pago por servicios ambientales, “el mercado de carbono” y por supuesto ya están tratando de ponerles precios a los recursos naturales (aire, ecosistemas, etc.), pero por otro lado siguen financiando actividades extractivas mineras sin planes sostenibles, industrias de hidrocarburos, construyendo hidroeléctricas y deforestando las grandes selvas para sacar suculentos beneficios que van a parar a sus bancos, entre otros.

La apuesta nueva es reproducir un “medio ambiente sano” sin cambiar el sistema o como nos recuerda el filósofo y activista político André Gorz invertirán en la descontaminación para aumentar las masas de capitales inmovilizados y asegurar la reproducción de sus capitales. Los tecnócratas idean conversiones matemáticas, ajustan los coste de producción, las producciones no contaminantes se comercializan más caras y se intenta reforzar las maquinarias ideológicas que promueven actividades “no destructivas” para la naturaleza.

La propuesta actual es acomodar el sistema consumista capitalista. Se proponen “la sostenibilidad de los recursos”, pero sin cuestionar el crecimiento económico base del sistema en cuestión. Frente a tal ofrecimiento, quién no se emboba, con esta delicada propuesta. Pero cuidado, con tal exquisitez se puede perder el juicio o quizás confundirte y extraviarte por los bordes del andén. Hay que transforma esta economía, ya que es una obligación moral y una apuesta a la vida.

Ya se ha repetido miles de veces, el capitalismo no puede ser sostenible, pues el crecimiento está ligado al capital y a su compromiso fundamental el dominio y explotación de los recursos naturales. Estos bienes tienen dueño, no son verdaderamente públicos se quedan exclusivamente en manos de ciertos grupos nacionales o transnacionales. La racionalidad del capital no se va a desmontar, pues es la base de su sistema económico.

La transición a otro tipo de economía, si es que puede darse alguna, no será fácil, pues una economía baja en carbono, que es el sueño de los/as ambientalistas, cambiaría radicalmente el sistema por la explotación de las energías renovables, la distribución de productos eficientes al consumidor y no dañino al medio ambiente y la producción de bienes industriales menos intensivos en carbono.

En pocas palabras, hay que aplicar el descrecimiento. Los bienes de la naturaleza necesitan manejarse por una economía diferente, un proyecto de sociedad nuevo y controlado por un colectivo de gente, sin que la propiedad privada y los precios del mercado influyan en su bienestar o lo hagan peligrar. Esto introduce a los capitalistas en el viejo dilema analítico, sí toman el diván y por supuesto la palabra, vulneran la patología y por ende irrumpe una nueva ética. Ya la escisión está montada, ¿dejará esta nueva racionalidad alguna huella?

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  • A Jorge Pina, Grisel Lerebours y a ti os gusta esto.
    • Jorge Pina ‎"Esto introduce a los capitalistas en el viejo dilema analítico, sí toman el diván y por supuesto la palabra, vulneran la patología y por ende irrumpe una nueva ética".

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